El último día de la Cumbre Mundial del Clima, los líderes de las potencias mundiales se dieron cita en Miraflores y prepararon su viaje hacia la próxima parada de este largo camino de negociaciones: la COP21 en París. Su embarcación lleva por nombre Acuerdo Climático y va cargada de soluciones (y compases, cartas náuticas, chalecos salvavidas y –ojalá- de amuletos contra naufragio).
Ahí estaban los presidentes Barack Obama (Estados Unidos) y Xi Jinping (China); y junto a ellos los primeros ministros Shinzō Abe (Japón), Stephen Harper (Canadá), Tony Abbott (Australia) y Narendra Modi (India).
Pero ahí estaban también los pescadores Daniel y Justo de la Vega, Oscar López, Víctor Graus y Cruz Rafael Meléndez. Todos de Chorrillos, hijos y nietos de hombres de mar. “Iniciamos de chiquitos y no dejaremos de navegar jamás”.
Un mar que ya no es el que era
El Pacífico limeño ya no revienta contra el barranco, está más caliente y ya no les da tanto pescado. “Antes salías del muelle, aventabas tus redes y agarrabas hasta 80 kilos, ahora un día bueno no recogemos más de 20”. Pero aclaran que no es culpa de la naturaleza (¡salvo por el insaciable apetito de los lobos marinos!) sino más bien de las concesiones otorgadas a los grandes barcos rastreros. “Hacen pesca indiscriminada y se lo llevan todo”.
¿Pero cómo llegó el barco de estos chorrillanos al faro del Malecón Cisneros? “Nuestro amigo Travolta habló con un trabajador de Oxfam y nos dijo que necesitaban una embarcación para que su gente disfrazada se subiera y se tomara fotos, que lo necesitaban limpito y bien pintadito. Conversamos, cerramos el trato y nos pusimos manos a la obra”.
Y el bote quedó impecable y las fotos quedaron perfectas y le dieron la vuelta al mundo: prensa peruana, francesa, alemana, británica, árabe y estadounidense registró esta historia de las cabezas gigantes que simulaban ser líderes globales y exigían a la COP20 un acuerdo climático ya. No se ven, pero en cada una de esas imágenes están Justo, Oscar, Víctor, Cruz y Daniel.
Muchachos, muchas gracias, sin su bote esos políticos mundiales no irían a ninguna parte.
El ceviche
“Nosotros todos los días comemos pescado y si esos presidentes cabezones estuvieran aquí, los llevaríamos a comer ceviche, pero del verdadero, de pescador”.
Y es irresistible preguntarles la receta, pedirles que confiesen los trucos de su versión que, dicen ellos, es la mejor del mundo. “Lleva ajo, cebollita y kion, porque sin kion no pasa nada”. Pero parece que la magia aparece, realmente, cuando se agrega apio. “Pero no cualquier parte de la rama, del apio se pone el corazón”.
Ese último es quizá el ingrediente secreto que los líderes globales deberían ponerle a la negociación.