Miles de personas salimos ayer a las calles en Lima. La marcha por la madre tierra y el clima fue la más grande que ha visto Perú en los últimos 20 años y la continuación de la histórica y multitudinaria manifestación de setiembre en Nueva York. Este movimiento global que exige y propone alternativas ante el cambio climático crece, levanta su voz y pide ser escuchado. Su mensaje es para los líderes globales: Es hora de actuar. Antes de que se pierdan más vidas por las sequías y las inundaciones, antes de que más gente pase hambre, antes de que sea demasiado tarde.
¿Pero por qué marchamos?
Lo hacemos para proteger nuestros alimentos y a quienes los siembran, para defender los bosques y para honrar la memoria de quienes han perdido la vida por preservarlos. Marchamos para reclamar leyes serias que reduzcan el impacto del cambio climático en las mujeres rurales y para que millones de personas tengan suficiente para comer, siempre.
Nos movemos porque queremos un país que diseñe políticas ambientales coherentes, sólidas y bien financiadas, que protejan a la costa, la sierra y la selva y sobre todo a las miles de personas que protegen y defienden esos territorios, sus territorios.
Nos manifestamos porque, en definitiva, el cambio climático no está relacionado sólo con el clima: tiene que ver con la vida.
Pero también nos movilizamos porque tenemos poder y queremos usarlo. Es ese poder ciudadano capaz de combatir la injusticia y transformar el mundo, ese poder que nace cuando las personas actúan juntas. Cuando marchamos, cuando sumamos a otros a esta lucha climática global y cuando desde nuestro lugar en el mundo –cualquiera que este sea- proponemos y exigimos políticas que para lograr desarrollo y crecimiento no destruyan el planeta ni acaben con nuestros derechos.
De una semilla nace un bosque
Con ese lema marchamos ayer y es una metáfora perfecta. Si el poder fuera una planta, la marcha de ayer fue una grandiosa jornada de cultivo. Miles de personas marchamos, miles de semillas fueron sembradas y de ellas crecerá un bosque frondoso, diverso, rico y lleno de vida. Un bosque que jamás podrá ser talado.
Un bosque que debería ser escuchado: Líderes globales, lo dijimos ayer y lo seguiremos repitiendo, es hora de actuar.