Las transformaciones tecnológicas de las últimas décadas han dado lugar a nuevos booms de minerales. La industria global ya no solo demanda los tradicionales minerales de base o los metales preciosos: actualmente, las tecnologías digitales y la transición energética se han vuelto altos demandantes de un conjunto de elementos minerales que antes no tenían gran valor comercial.
Se trata de los nuevos minerales estratégicos. Hablamos de las llamadas “tierras raras” y de otros elementos como el litio, el cobalto, el níquel, el telurio, el vanadio, el galio, el indio, etc. Por ejemplo, el germanio se usa en electrónica y energías renovables, por sus propiedades como semiconductor. El telurio se usa para fotoconductores y células solares. El cobalto se utiliza en la electrónica, en los teléfonos inteligentes y es un componente de las baterías de litio. El vanadio es utilizado en los superconductores.
Según las estadísticas mineras, el Perú no es un productor importante de estos minerales. Son otros países, particularmente China, los que llevan la delantera. Pero ¿alguno de estos nuevos minerales estratégicos sale del país “escondido” dentro de los concentrados? ¿Tiene el Estado las herramientas y procesos adecuados para responder a estas preguntas?
La investigación Los nuevos minerales estratégicos que salen sin dejar huella, de Cooperacción con apoyo de Oxfam, demuestra una serie de deficiencias, vacíos y oportunidades de mejora en la fiscalización, registro y valorización de todos los minerales que se extraen del subsuelo en Perú. En efecto, hay elementos químicos que están saliendo del territorio nacional sin ser declarados ni registrados, pero que pueden ser recuperados por las refinerías en otros países. Los grandes beneficiados de esto parecen ser las empresas comercializadoras y refinerías, que estarían recibiendo estos elementos como residuos dentro de los concentrados, sin pagar por ellos, y luego tendrían a capacidad de ponerlos en valor y venderlos a las industrias tecnológicas y energéticas que los demandan.
En consecuencia, el país está dejando de percibir esa renta minera a través de tributos y regalías, lo que también afecta la justa retribución a los territorios y comunidades locales de donde se extraen estos minerales, que son los directamente afectados por las actividades extractivas.