El almacenamiento de semillas es una práctica tradicional que las y los agricultores, las comunidades campesinas e indígenas y sus familias han realizado durante miles de años. Esto les ha permitido cultivar un gran número de variedades locales diferentes, que han podido adaptar a diversas condiciones y cambios ambientales, como la escasez de agua, los fuertes vientos, la limitación de nutrientes en el suelo, entre otros. Del mismo modo, las ferias de semillas y las rutas de semillas son mecanismos ancestrales utilizados para intercambiar y mantener la diversidad fitogenética peruana.
Las prácticas tradicionales relacionadas con la agricultura constituyen uno de los elementos más importantes para la conservación in situ de los cultivos nativos en aquellas zonas donde la cultura está fuertemente ligada al paisaje y a la naturaleza. Gran parte de este conocimiento acumulado a lo largo de los siglos sigue siendo transmitido de una generación a otra y ofrece valiosos aportes que pueden ser utilizados en beneficio de la agricultura sostenible. Sin embargo, las y los pequeñas/os productoras/es y las comunidades campesinas no tienen suficientes incentivos para continuar con estas prácticas; por el contrario, las ven amenazadas, junto con su trabajo, debido a actividades externas y cambios culturales, además de la migración y el abandono del campo.
En este contexto, el estudio Semillas para el futuro: sistematización de los conocimientos y las prácticas tradicionales de acceso a semillas en el Perú desarrolla la sistematización de los conocimientos y las prácticas tradicionales de tres comunidades campesinas del país (Poroporo, en el distrito de Ichocán, provincia de San Marcos, Cajamarca; Paru Paru, en el distrito de Pisac, provincia de Calca, Cusco; y Pariahuanca, en el distrito de Pariahuanca, provincia de Huancayo, Junín) para la conservación, el almacenamiento, la distribución, el intercambio y/o la comercialización de semillas. El estudio, además, recopila y analiza diferentes mecanismos, como bancos, ferias, rutas de semillas, entre otros. Incluye un enfoque de género e interculturalidad y recoge las tendencias y desafíos encontrados en estos mecanismos, considerando su vínculo con las Zonas de Agrobiodiversidad. Por último, sugiere recomendaciones para mejorar estas prácticas tradicionales a las organizaciones de productores y productoras, así como a tomadores de decisiones de distintos niveles.
Consideramos que el estudio realiza una contribución al documentar prácticas ancestrales que son fundamentales para la alimentación y nutrición del país. Esperamos que sea de gran utilidad para estudiantes e investigadoras/es que desarrollen estudios en materia de justicia alimentaria en el Perú, y que sea utilizado por organizaciones de la sociedad civil, organizaciones de mujeres y asociaciones y gremios agrarios con el fin de nutrir sus estrategias de trabajo para la incidencia política. Finalmente, deseamos que esta publicación sea útil al Estado peruano para ampliar su información y comprensión de la importancia de los sistemas tradicionales de producción de semillas como formas de mantenimiento de la agrobiodiversidad y como mecanismos de adaptación al cambio climático; también, para valorar mejor la capacidad de resiliencia de estos sistemas tradicionales y de quienes son responsables de su mantenimiento: agricultoras y agricultores, que, como garantes de la seguridad alimentaria del país, merecen que sus demandas sean escuchadas, en especial en el actual contexto de crisis agroalimentaria.