Escrito por: Winnie Byanyima, directora ejecutiva de Oxfam
Este año los líderes mundiales serán evaluados como nunca antes. Se ha logrado un progreso significativo en la última década. Los niveles de pobreza se están reduciendo. Los índices de mortalidad materna e infantil están descendiendo, muchos más niños ahora van a la escuela, y el total de personas que sufren de hambre está disminuyendo- aunque todo con demasiada lentitud.
Sin embargo, la desigualdad económica extrema está fuera de control y continúa empeorando. Desde Gana, Sudáfrica hasta España, la brecha entre ricos y pobres está creciendo rápidamente. En el Foro Económico Mundial del año pasado, Oxfam publicó un dato sorprendente: Las 85 personas más ricas del mundo poseen la misma riqueza que la mitad de las personas más pobres del mundo- 3.5 mil millones de personas. Un año después, este dato es aún más extremo: la riqueza de 80 milmillonarios es la misma que la de la mitad más pobre de la población mundial.
De la misma forma en países ricos y pobres, la desigualdad está potenciando el conflicto, corroyendo la democracia y mermando el crecimiento económico. No fue hace mucho cuando aquellos que se preocuparon por la desigualdad fueron acusados de formar parte de la política de la envidia. En el último año esta preocupación cobró relevancia porque personalidades como el Papa, Christine Lagarde y el presidente Barack Obama advirtieron su impacto. El consenso es, que de no atenderse, la desigualdad económica revertirá los esfuerzos para combatir la pobreza y pondrá en riesgo la estabilidad global.
Al mismo tiempo, el impacto del cambio climático exacerba la creciente división. Mientras aumenta la temperatura, los desastres tienen una mayor severidad y frecuencia, las cosechas y las vidas de las personas son devastadas y los esfuerzos de las personas de bajos ingresos para alimentar a sus familias son desechos. Aquellos a quienes se debe culpar menos, son los que más sufren.
El incremento en la desigualdad y el cambio climático: éstos son los retos decisivos para 2015. Este es el año donde debemos definir un curso de acción para un mundo justo y sostenible.
¿Qué acciones podemos tomar? Estos desafíos globales requieren respuestas audaces.
En octubre del año pasado Oxfam emprendió una campaña global para combatir la desigualdad, llamada Iguales, en el que acordó un plan de siete puntos para reducir la brecha entre ricos y pobres, enfocándose en medidas que van desde financiamiento público para salud y educación, promover la creación de empleos y salarios dignoshasta contemplar la participación política para todos.
Este año, nuestra energía colectiva debe enfocarse a la reforma internacional de impuestos. Para hacer del combate a la desigualdad un proceso más ambicioso e incluyente, se necesita reparar el sistema fiscal internacional, con el objetivo de prevenir la evasión fiscal de las multinacionales y otorgar los recursos necesarios a los gobiernos para combatir la pobreza y la desigualdad. El sistema fiscal internacional de ayer no es adecuado para su propósito. 2015 debe ser el año en el que los líderes globales reescriban las reglas del sistema global de impuestos fragmentado que premian a aquellos que evaden sus obligaciones cívicas y dejan a los más pobres pagar la factura.
Es por esta razón que Oxfam hace un llamado para una cumbre mundial de impuestos en 2015, que permitirá una discusión entre todos los países, ricos y pobres, para establecer las bases de un órgano permanente para implementar y arbitrar normas fiscales internacionales más justas.
En cuanto a cambio climático, el 2015 puede ser un año crucial si nuestros líderes aceptan el reto. El año pasado vimos que las evaluaciones científicas confirmaron más claramente que nunca el peligro que enfrentamos por el calentamiento global. También vimos la respuesta ciudadana: en septiembre, Nueva York , yo me uní a millones de personas en una marcha para exigir acciones reales contra el cambio climático. Se unieron a nosotros miles de personas en otras ciudades del mundo.
Este año, los gobiernos tienen la oportunidad de asegurar un acuerdo en el marco de Naciones Unidas que podría representar un punto de inflexión en la lucha para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y asegurar el respaldo que necesitan las comunidades más vulnerables para adaptarse al cambio climático.
En meses recientes, diversas compañías privadas han hecho promesas alentadoras y compromisos para limpiar la energía.
Pero ultimadamente, los gobiernos deben dirigir y actuar sobre los problemas que mas afectan a los ciudadanos y a nuestro planeta. Sólo con liderazgo político podemos conseguir la acción global que un número creciente de personas en todo el mundo está exigiendo.