El interés de parte del gobierno en la pequeña agricultura fue efímero
En el marco del reconocimiento al Día del Campesino se presentó el estudio “Políticas y Presupuesto público para la Pequeña Agricultura – Balance 2014” elaborado por el Grupo Propuesta Ciudadana con el apoyo de Oxfam en Perú.
El documento es el octavo reporte en una serie que analiza la inversión pública en la pequeña agricultura desde el año 2007, demostrando que para el año 2015, solo el 2.3% del presupuesto público total fue destinado a la pequeña agricultura (unos 3,020 millones de nuevos soles), siendo el porcentaje más bajo desde el año 2010.
En el año 2013, el programa Mi Riego (destinado a la infraestructura de riego para la pequeña agricultura) fue lanzado con una generosa asignación presupuestal de mil millones de soles, que posteriormente se incrementó a un 20% más. Gracias a ello, el presupuesto del 2013 muestra el mayor monto de la década reciente destinada a la pequeña agricultura, –equivalente al 2.9% del presupuesto total. Sin embargo, este incremento en la inversión fue solo para ese año.
Queda claro que el interés en la pequeña agricultura fue efímero y no un compromiso sostenido por parte del gobierno. Es más, casi la mitad de aquel presupuesto de Mi Riego no ha sido ejecutado hasta la fecha, y el monto remanente ha vuelto a aparecer en los Presupuestos Institucionales Modificados (PIM) del 2014 y 2015, es decir, dinero reciclado, lo cual es distinto a inversión fresca. Todo ello afirma que para el actual gobierno, la pequeña agricultura no es una prioridad; al menos, las cifras desmienten su discurso de inclusión social a favor de las y los pequeños productores rurales.
Administración (más y más) centralizada
El estudio de Propuesta Ciudadana revela también algunas tendencias que tal vez sorprenden. Primero, las cifras muestran un proceso de re-centralización: los gobiernos regionales y municipales administraban en el 2012 el 67% de la inversión pública en beneficio de la pequeña agricultura , y bajaron a 48% en el 2014. En consecuencia, más de la mitad del presupuesto está siendo ejecutado ahora por el gobierno central, cuyas instancias se encuentran más alejadas del campo.
En segundo lugar, del total de fondos para la pequeña agricultura, el 75% consiste de gastos de capital, y alrededor del 25% son gastos corrientes. A primera vista, esta distribución puede parecer positiva: asumiendo que los gastos de capital refieren a cemento, agregados y otros materiales, es una señal positiva que allí se destina la mayoría del dinero público porque aquellos materiales se quedan en las comunidades alejadas y en las pequeñas parcelas. En contraste, los gastos corrientes en salarios y servicios significan beneficios menos tangibles desde la perspectiva de familias y comunidades rurales.
Lamentablemente, la realidad es menos sencilla, pues los retrasos en la ejecución de Mi Riego y la tendencia re-centralista se deben en gran parte a la no disponibilidad de proyectos de irrigación local con diseños comprobadamente viables; y esta carencia a su vez surge porque las disposiciones actuales del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) prohíben a los municipios contratar planos y diseños para nuevos mini-proyectos de riego. Por lo tanto, pequeños y alejados municipios distritales enfrentan dificultades para atraer el financiamiento de Mi Riego. Y en tercer lugar, la modalidad de Obras por Impuestos está en auge y canaliza cada año mayores inversiones, a la vez que se revela la deficiente capacidad (y/o voluntad) del Estado en vigilar la calidad de este mecanismo.
¿Dónde están los datos sobre el impacto de cada gasto? ¿Y dónde están las mujeres?
En el debate entre el público concurrente y el panel de comentaristas durante la presentación del estudio surgieron varios puntos de consenso. Por un lado, todos reconocen como progreso que las cifras de inversión pública están ahora disponibles en los portales de los ministros sectoriales y del MEF. Sin embargo, la calidad de esta información debe ser mejorada pues actualmente no existen datos sobre la calidad y el impacto de cada gasto como complemento de las cifras disponibles respecto al gasto ejecutado. Otro vacío es el no contar con datos que diferencian aquellas inversiones que benefician específicamente a mujeres productoras.
Retos para el futuro de la pequeña agricultura
Diversos comentarios del público coincidieron en señalar que la limitada atención del gobierno hacia la pequeña agricultura no guarda proporción con su relevancia, siendo la principal fuente de productos alimenticios de consumo nacional. Vale destacar que la agricultura familiar en el Perú aporta el 80% de los productos que se consumen en la canasta alimentaria nacional.
Sin lugar a dudas, el estudio ha generado debate en su afán de “seguir la huella del dinero”, dejando claro que la asignación presupuestal es tan solo una entre varias batallas determinantes para el futuro de la pequeña agricultura. No menos importantes son las políticas en torno a la seguridad jurídica sobre la tierra, a la distribución de agua y sus derechos a nivel de cuencas (más allá de la inversión en infraestructura de riego que son materia de programas tales como Mi Riego) y a la seguridad alimentaria. Estos son frentes de debate, de lucha y de resistencia donde las comunidades y familias de las y los pequeños productores sienten que el Estado no responde adecuadamente a sus ambiciones y por el contrario, que están perdiendo los logros y derechos ganados en años anteriores.
Las alianzas entre las y los productores agrarios y las y los consumidores urbanos responsables e interesados en el origen de sus alimentos son aún frágiles, y la masa de consumidores no está motivada para movilizarse en solidaridad con la pequeña agricultura que la abastece de alimentos. Con relativa facilidad, los medios de comunicación logran manipular la opinión pública en torno a temas y conceptos tales como las medidas para reactivar el crecimiento económico del país, el significado de “modernidad” en nuestro país: ¿paquetazos ambientales y cese de la moratoria a cultivos transgénicos, o más bien, iguales oportunidades para pequeños y grandes inversionistas.
Ha sido oportuno dedicar un debate al futuro de la pequeña agricultura ya que representa un tema injustamente relegado en la agenda política del Perú. A la vez, queda claro que este importante segmento de la población está confrontando un entorno político cada vez más complicado y contrario a sus legítimos intereses.